A raíz de un tweet de hace unos días escrito por el ex-futbolista Santiago Cañizares, he querido dedicar un post al miedo a conducir. Pero antes de nada es conveniente aclarar que el ex-portero actualmente compite como piloto de rallies. Tras conocer su ocupación actual, entenderán mejor su tweet: “Desde que conduzco los coches de rally, me dan miedo los de calle… Me siento indefenso sin tantas medidas de seguridad…”.

Es evidente que Santi Cañizares no padece amaxofobia, que es el nombre científico que se la da a aquellos que padecen miedo a conducir. En el caso de Cañizares su miedo a los vehículos de calle, en comparación con los mucho más seguros coches de competición, es razonable. Lo bueno, además, es que esa sensación incómoda muy probablemente no le impida conducir un turismo particular.
Los estudios indican que un tercio de los ciudadanos con carnet de conducir sufre fobia a conducir. Las causas de esta amaxofobia pueden ser variadas, pero en casi todas hay una raíz desencadenante que puede derivarse de un siniestro sufrido por el conductor, o por ver uno de cerca. No obstante, el hecho de verse involucrado en un accidente no tiene por qué ser motivo para cogerle miedo al coche. Lo habitual es que sean las inseguridades personales de cada uno las que generen trastornos de amaxofobia.
Aunque suene machista, las estadísticas nos muestran que predominan sobretodo las mujeres mayores de 40 años y con más de 15 años de carnet; y generalmente también se suele desencadenar poco tiempo después de haber obtenido la licencia de conducción. En mi caso, conozco a varias mujeres que se niegan a conducir. Incluso tengo casos muy cercanos en mi familia. Por lo que ellas me cuentan, la sensación de no poder controlar la situación en todo momento y evitar posibles percances les imposibilita el ponerse al volante de un automóvil. Es llamativo que ese miedo no lo sufran cuando es otro quien las lleva, confiando al cien por cien en aquella persona que está conduciendo. Da la sensación de que no se sintiesen capacitadas para ser ellas las que lleven el coche, como si su preparación o características personales fuesen insuficiente para evitar un percance.
La impresión explicada en el párrafo anterior es común a la que sufren los hombres con amaxofobia. Como es obvio, también la padecen, aunque con características distintas, ya que se suele producir llegada una determinada edad en la que las facultades merman. Se dice que muchos varones a partir de los 60 años comienzan a sentir miedo a conducir, muy en paralelo al momento en que empiezan a perder reflejos.
Algo que me resulta especialmente reseñable es que cuando una persona que padece este trastorno decide volver a tomar el volante, es habitual que evite una serie de trayectos que considera peligrosos. Un ejemplo muy típico sería el del amaxofóbico que se niega a conducir por carretera, siendo tan sólo capaz de circular por ciudad. Me llama la atención porque es mucho más fácil que te den un golpe en ciudad a que te lo den en carretera. Sin embargo, a este tipo de personas parece que lo que realmente las aterra son las graves consecuencias de un siniestro en autopista, normalmente más aparatosos por las velocidades a las que se producen.

Hay muchos tipos y variedades, casi tantas como personas que los sufren. Algunos tienen pánico a conducir y se marean, sudan y les entran taquicardias con tan sólo imaginarse a los mandos de un vehículo. Hay otros, como ya he dicho en el párrafo anterior, que sufren miedo cuando conducen por rutas interurbanas, pudiendo hacerlo con cierta tranquilidad en ciudad. Lo más extraño es que hay pacientes que son incapaces de transitar por determinadas rutas, así que evitan pasar por donde sufrieron un accidente (ciertamente comprensible), o por carreteras de dos sentidos (por miedo a adelantar), o por autovías o autopistas (por terror a la velocidad), e incluso cuando hay tráfico denso o es de noche.
Para terminar, les contaré mi caso personal: a pesar de que me encanta, tengo que decir que hay situaciones de la conducción que me desagradan. En general, hacerlo a gran velocidad por autovías con mucho tráfico me pone bastante tenso. Y más si los carriles son algo más estrechos de lo normal, o la carretera es sinuosa. No puedo dejar de pensar que en cualquier momento puedo -yo, o algún otro ocupante de la vía- perder el control del coche y provocar un siniestro. Debido a que esas situaciones me producen nada más que una leve incomodidad, las puedo dominar sin problemas. ¿A alguno de los lectores le pasa algo similar?
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