Desde su lanzamiento en 2003, el Porsche Cayenne se convirtió en uno de los más consolidados filones de ventas. A pesar de que la veta ya había sido explorada exitosamente por BMW con su X5 y Mercedes con su ML, Porsche consiguió abrir un nuevo abanico de posibilidades a clientes de alto poder adquisitivo, descubriendo un nicho de mercado que no termina de agotarse. El hecho de que Lamborghini haya presentado en el reciente Salón de Pekín un concept denominado Urus Concept, o que Maserati ya ha mostrado su prototipo Kubang que entrará en producción en 2014, es una clara prueba de que estos SUV tienen todavía un trecho muy largo por recorrer. Con esto se demuestra que en ocasiones los experimentos salen bien.

Es evidente que hay un cierto tipo de cliente pudiente que no quiere conducir un superdeportivo y las grandes berlinas de lujo le parecen aburridas y sosas. Tal vez se deba a razones de espacio, de confort o de imagen, el caso es que muchas personas que querían vivir la exclusiva experiencia de pilotar un vehículo de gran lujo no querían comprar un deportivo de altas prestaciones. En cuanto se presentó el Cayenne, la mentalidad de muchos de ellos cambió radicalmente. Sobretodo porque el SUV de Porsche ofrecía la comodidad interior de una berlina, la capacidad de maletero de un monovolumen y la raza de un motor Porsche. De características off-road no hablaré en este artículo porque sería desviarnos mucho del tema principal. Simplemente quiero dejar aquí una pincelada: nadie que adquiere un SUV pretende meterse por el campo.
En esos primeros años del siglo XXI, cuando la economía marchaba viento en popa, las grandes marcas vendían todoterrenos como si los regalasen. Además de los records de ventas pulverizados por Porsche, fabricantes como Mercedes, BMW o Volkswagen matriculaban muchísimas más unidades de las que esperaban. Entonces apareció el Audi Q7, que se convirtió en muchos mercados en el auténtico símbolo del pelotazo inmobiliario.

Los SUV eran considerados por todos una especie de paradigma del éxito social. Eran automóviles burgueses, ostentosos, la representación del poder. Pero siempre he dicho que este boom de los 4×4 viene de finales de los ochenta, cuando en Inglaterra se pusieron de moda modelos como el Land Rover Discovery, muy solventes tanto en el campo como en la carretera. Muchos propietarios de Discovery se dieron cuenta de que el todoterreno podía ser un buen sustituto de los Jaguar o Rolls-Royce que usaban para moverse por carretera. En paralelo a esto, en Estados Unidos también empezó a suceder algo parecido, en este caso con los vehículos militares comercializados bajo el nombre de Hummer.
Hoy en día el fenómeno ha eclosionado y casi todos los fabricantes de coches de lujo están trabajando en concepts que exploran las posibilidades de comercialización de una versión SUV. Quizás estéticamente haya llamado la atención un horroroso prototipo creado por Bentley que ha sido expuesto en el Salón de Pekín. Con unas líneas excesivamente angulosas y cuadradas, nada más que toscos guiños a modelos del pasado –que nada tenían que ver con un 4×4-, el concept ha suscitado numerosas críticas por parte del público que lo ha visto. Este modelo, denominado por Bentley como EXP 9 F, no es más que un primer esbozo cuyo único fin es el de evaluar las reacciones de los potenciales clientes. Como ellos mismos han tenido que declarar, no quiere decir que ése sea ya un diseño definitivo. Simplemente les sirve para analizar las opiniones de los interesados en su vehículo.
Me gusta el artículo porque aunque no entiendo NADA de coches, me gustan los 4×4. Qué te parece el Jeep Compass? Ya sé que hablo de otra categoría, pero agradecería un post sobre 4×4 de esa gama.
Muchas gracias, Arancha. Tomo nota y en cuanto pueda escribiré un artículo sobre ese tipo de coches.
Arancha: ya puedes leer mi opinión sobre el Jeep Compass. http://wp.me/p2nuvT-36