Por petición de una amable lectora, y aunque el vehículo no me termina de emocionar, voy a escribir una reseña sobre este todoterreno. En mi opinión, la denominación correcta debería ser la de SUV, ya que estos 4×4 de bajo precio -a pesar de que la mayoría ni siquiera disponen de tracción total- dejan mucho que desear en cuanto a comportamiento off-road. Sobretodo este Jeep que es un genuino producto americano, que monta un motor diésel fabricado por Mercedes-Benz.

No voy a aburrir con datos excesivamente técnicos, ya que para eso hay otros espacios tanto en papel como en Internet. Sin embargo, creo que es necesario explicar como mínimo que el Compass ofrece una gama de dos motorizaciones, ambas 2.2 con 136 CV y 163 CV, y dos niveles de equipamiento: la versión más baja es la Sport; la Limited añade a mayores reglajes eléctricos para el asiento del conductor, asientos calefactables, llantas de 18” y tapicería en cuero.
Entiendo que este tipo de modelos cubren un hueco en el mercado, sobretodo a la luz de los buenos resultados del Nissan Qashqai o el Ford Kuga. Sin embargo, a mí no me terminan de convencer ya que tienen el tamaño y las prestaciones de una berlina, sin aportar nada que no ofrezca un turismo. En cuanto a estética este Jeep es muy particular, no es especialmente feo, pero sí algo tosco. A nivel exterior ha evolucionado mucho, sobretodo en la parte frontal. Sus característicos faros redondos se han vuelto rectangulares. De hecho, la similitud de ópticas, parrilla y paragolpes con los del Jeep Grand Cherokee es asombrosa. En esto comienza a ser cada vez más habitual que los fabricantes diseñen un coche que gusta y que lo repitan hasta la saciedad en distintos tamaños y versiones. Lo llaman imagen de marca, aunque podríamos denominarlo conservadurismo estilístico o aversión al riesgo.

El interior deja bastante que desear. No tiene nada que ver con su hermano mayor, el ya mencionado Grand Cherokee. En relación a las calidades hay que decir que los materiales en general son bastante ordinarios. Los asientos traseros no son muy cómodos y los plásticos están mal rematados. Otra de las cosas de las que se quejan los que lo han probado es del nivel de sonoridad. A pesar de que ha mejorado bastante respecto al modelo anterior –cuyo motor era producido por Volkswagen-, sigue adoleciendo de mala insonorización.
La opción del Jeep Compass puede ser interesante para aquellos que busquen un vehículo distinto, poco visto por nuestros lares, de marcada personalidad norteamericana, y barato. En temas de precio me parece que es de los más moderados de su segmento, ofreciéndose de salida en 22.450 euros. Para los que estén pensando en comprarse uno ahora mismo, deben saber que Jeep tiene previsto lanzar un nuevo Compass completamente renovado el año que viene. Este dato no es ni bueno ni malo. Mi recomendación es que si alguien adquiere un modelo al final de su fase de producción, el precio debe compensar porque pronto se verá viejo. Y desconozco si la oferta actual se revisará a la baja conforme se vaya acercando el estreno del nuevo.
Pues vaya… Me gustaba más el modelo antiguo al que te refieres en el post, pero ya veo que ni uno ni otro te merecen muy buena opinión. Y el Nissan y el Ford que mencionas, cómo los ves?
Muchas gracias por la respuesta, se agradecen artículos sobre este tema que resulten asequibles a «profanos» como yo.
Gracias, Arancha, por tus ánimos. El Nissan Qashqai está muy visto porque se ha vendido muy bien. A mí estéticamente me gusta más el Ford Kuga. Pero hay que tener en cuenta que, en ambos casos, y a pesar de que parecen voluminosos, no tienen un gran maletero y las plazas traseras son pequeñas. Así que con niños no es lo más cómodo. En mi opinión, es más práctico, el Qashqai +2. Un vehículo más largo y con siete plazas. Aunque no te hagan falta todas las plazas, consigues algo más de maletero y de espacio en las plazas traseras. Lo veo una mejor solución que un antiestético monovolumen, y vale 2.000 euros más que el Qashqai normal.