Ayer expliqué que el nuevo Reglamento Europeo sobre Seguridad en los Automóviles había venido a cubrir un vacío legal en lo que respecta a la seguridad de los vehículos eléctricos. Pero no es sólo eso, ya que también establece una serie de novedades legislativas que serán obligatorias en los coches convencionales que se sometan a homologación a partir de este mes de noviembre. En este artículo conoceremos los principales cambios.

La Unión Europea ha detectado una serie de puntos débiles que pueden ocasionar problemas de seguridad. Para tratar de subsanarlos, se promulga este reglamento que tiene además como fin adicional unificar y estandarizar los criterios. No obstante, esto no quiere decir que un coche fabricado y homologado hace dos meses y medio sea más inseguro, ya que estas medidas se habían emprendido por casi todos los fabricantes y algunos países a título particular y de modo autónomo.
Esta iniciativa legislativa ha sido acogida con agrado por el sector ya que viene a simplificar el complejo entramado regulatorio que estaba hasta ahora en vigor. Para que los lectores se hagan una idea, el reglamento vigente a partir de ahora sustituye a más de 50 directivas europeas que establecían de un modo tangencial preceptos de obligado cumplimiento a los fabricantes de automóviles.
La nueva norma nace con la idea de mejorar la seguridad vial y de reducir la siniestralidad. Todo ello teniendo siempre en cuenta que la intención complementaria es mejorar la eficiencia energética y reducir la contaminación provocada por los vehículos a motor.
Lo que más agradecen los conductores con hijos es la nueva regulación respecto a los anclajes isofix para sillas infantiles. Si el isofix nació con la idea de convertirse en un estándar normalizado, ha terminado por ser una fuente de problemas por la que cada fabricante ofrece a sus clientes unos dispositivos distintos de los de la competencia. Para evitar eso, la ley establece unos requisitos mínimos: dos puntos de anclaje, más fáciles y sencillos que los de antes. En relación con la seguridad infantil, también se ha diseñado una nueva etiqueta que se situará en el interior del coche y que advierte del peligro de colocar un elemento de retención infantil orientado hacia atrás si hay un airbag frontal activo.
A nivel de seguridad pasiva, también se establece la obligación de que los nuevos automóviles incorporen señales acústicas y visuales acerca del olvido del cinturón de seguridad en el asiento del conductor. Además, también se añade una protección extra a los pasajeros que evita que los equipajes salgan proyectados en caso de accidente. En concreto, para impedir que los ocupantes sean golpeados por los bultos sueltos en maleteros que van integrados en el habitáculo (como en el caso de todoterrenos o monovolúmenes) se obliga a que el respaldo del asiento trasero sea más resistente.
En lo que respecta a los neumáticos, hay unas cuantas novedades reseñables. La primera de ellas es muy positiva ya que, con el fin de minimizar el riesgo de vuelco o reventón, obliga a instalar un sensor que detecte la presión correcta de inflado, avisando al piloto sobre posibles pérdidas o pinchazos. Además, también será obligatorio establecer un etiquetado en las ruedas que informe al comprador sobre eficiencia energética, adherencia a pavimentos mojados y ruido de rodadura provocado. Este nuevo sistema ha recibido las críticas del sector ya que no se especifica nada acerca de las diferentes capacidades de frenado en seco o comportamientos en curva.