Son tantos los rumores que circulan respecto a los radares de tráfico, que llega un momento en que muy poca gente sabe a qué atenerse. ¿Realmente son capaces de detectarnos en los dos sentidos? ¿Es verdad que tienen un margen de error? ¿De noche funcionan? A éstas y a otras preguntas trataré de dar respuesta en los próximos artículos.

No quiero meterme en honduras científicas porque carezco de la formación adecuada y mi capacidad en estos asuntos es muy limitada. Así que evitaré poner tonterías, que es lo que se suele hacer cuando se escribe de algo que no se entiende. Creo que para la finalidad de esta entrada nos vale con saber que los radares que controlan la velocidad funcionan gracias al «efecto Doppler». Como no me voy a detener a explicarlo, en el link anterior y en éste viene muy bien descrito este fenómeno físico, así como la operativa concreta de un radar.
Para los que se horroricen con los tecnicismos, les proporcionaré un atajo y me mojaré con una explicación lo más sencilla posible. Debido al «efecto Doppler», el radar envía una señal al coche que pasa, recibiendo posteriormente la señal rebotada. En función de las diferencias de frecuencia entre la lanzada y la recuperada se puede calcular la velocidad a la que circulaba el vehículo.
A principio de 2012 se estimaba que en España había cerca de 1.200 radares instalados en ciudades y carreteras. Además, pese a la creencia generalizada, la ley no obliga a que se indique la situación de un radar. En descargo de la Dirección General de Tráfico, se advierte de la instalación de un punto fijo sólo para que no se critique a dicho organismo por su obsesión recaudatoria. Sobre los puntos móviles no hay norma fija y pueden estar ocultos en vallas, medianas, quitamiedos, postes, marquesinas, cuando no en automóviles camuflados que buscan a los conductores más desprevenidos que incumplen los límites establecidos.

Los radares más conocidos son los cinemómetros. Este tipo de dispositivos, que funcionan por microondas, pueden distinguir entre un coche y un camión, estableciéndose un tarado distinto para cada tipo de vehículos. No pueden medir ni en curva ni en cambios de rasante, y su margen de error es del 1%. Además, para que la medición sea válida, el equipo tiene que enfocar al automóvil a una velocidad constante durante 6,3 metros. Para las mediciones estáticas en tramo urbano, el aparato necesita un espacio libre de 10 metros. Por lo que se refiere a los radares móviles, el coche en el que se monte el cinemómetro debe marchar a una velocidad constante, por lo que debe llevar activado el control de crucero. Además, este tipo de vehículos en movimiento no pueden controlar la velocidad de los que vienen de frente porque la velocidad de ambos se sumaría.
Sin embargo, esta situación está cambiando porque cada vez más se están comprando radares que funcionan por láser, lo que implica un control más selectivo de un automóvil con tan sólo orientar el haz a dicho coche. Otro punto a favor de este tipo de tecnologías es que puede detectar infracciones hasta a una distancia de 500 metros. Por otra parte, estos modelos por láser de última generación no pueden ser detectados por ningún antirradar, ya que actúan mucho más rápidamente y cuando captan su presencia ya se ha realizado la foto.
Continuará. Mitos y leyendas de los radares (II) Mitos y leyendas de los radares (III)
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