El furor que se ha desatado en España con la película Ocho apellidos vascos no tiene mucho sentido, ya que no tiene nada que la distinga de las decenas de comedias tontas que pasan sin pena ni gloria por la taquilla española.

Ya sé que la gente tiene ganas de reírse y que cuando acude al cine su intención es desconectar y pasar un buen rato. Nada que objetar respecto a eso. Pero una vez más, en España se produce uno de esos extraños fenómenos que tanto nos caracterizan: el disfrute masivo y sin complejos de obras de ficción de escasa calidad y menos entidad.
Que Los bingueros fuese la película más taquillera de 1979 en España nos indica que es algo que viene de muy atrás. De hecho, el último bombazo similar a la película de Ocho apellidos vascos se produjo en nuestro país con un best seller que ahora se va a convertir también en película: las Cincuenta sombras de Grey. Un pastiche erótico, una novela rosa al estilo de Corín Tellado aderazada con rasgos de corte sadomasoquista para poner cachondas a marujillas de poca cultura y menos imaginación, a niñatas de vida sexual aburrida y a solteronas amargadas.
Se vendieron tantos libros de esa trilogía que llegó un momento en el que empecé a plantearme seriamente la lectura de alguna de las novelas. Me decía a mi mismo que podía estar equivocado y que a lo mejor me estaba perdiendo una gran obra literaria. Sin embargo, ese tufillo de soberbia por parte de sus numerosas fanáticas, ese aire de superioridad que solo sienten los pioneros o los ignorantes, como si fuesen las iniciadas de un nuevo género que revolucionaría la literatura erótica, no me terminaba de convencer. Tal vez si alguna de estas nuevas lectoras hubiese aprovechado el tirón para acercarse, aunque solo fuese de un modo tangencial, a obras de mayor enjundia como Justine del Marqués de Sade o Historia de O, de Pauline Réage, la cosa sería distinta, porque al menos se habrían culturizado un poco.

Algo similar me sucedió con El código da Vinci. Pero en este caso sí que sucumbí a la tentación de leerme el texto para poderlo criticar con el suficiente fundamento. Y recuerdo en más de una ocasión que tuve que soportar a iletrados de escasa cultura que aseguraban con la única prueba de la novela que María Magdalena era la mujer de Jesucristo y que había un complot internacional para ocultar la verdad.
Parece que el boca oreja ha funcionado de nuevo. Ahora la gente nos recomienda que vayamos corriendo al cine para ver la película más divertida de los últimos años. Incluso más de uno ha acudido a varias sesiones para no perderse ni uno solo de los chistes. Ahora no eres nadie en el mundo si no ves Ocho apellidos vascos; una cinta que no se distingue en nada de tantas otras películas y series de baja calidad que funcionan estupendamente en nuestro país. Porque tenemos que tener claro que aquí lo que de verdad gusta es la comida rápida, que en muchas ocasiones deviene en verdadera basura. Y a nivel de entretenimiento, tanto las sombras de Grey como los apellidos vascos, son productos de consumo rápido, lo más parecido a un Big Mac del McDonalds.
Tras tanto tiempo escuchando parabienes sobre la película, este fin de semana pasado me fui al cine para poder opinar sobre la misma. Aunque en algún momento me reí con alguna de las gracietas, mi opinión general sobre la misma es que nos encontramos ante una película flojita, con personajes estereotipados, vacíos, mal definidos, que se limitan a soltar unos cuantos chistes facilones. El propio protagonista comienza la película contando chistes de vascos en su bar de Sevilla. Y quizás la única gracia se sustente en la facilidad de Dani Rovira a la hora de imitar el acento de los vascos.
Una película de hora y media no puede construirse sobre situaciones poco verosímiles que pretenden provocar la risa explotando los prejuicios regionales más manidos. Sobre todo cuando esta vía ya ha sido completamente explorada por esa especie de franquicia de la Unión Europea titulada en su versión francesa Bienvenidos al norte, mientras que la versión italiana es Bienvenidos al sur. Pero está visto que aquí somos incapaces de digerir cualquier argumento mínimamente complejo, y que solo disfrutamos con situaciones cómicas mil veces repetidas en chistes, monólogos y parodias de todo tipo.

El humor regional es algo que suele triunfar en casi todas partes, básicamente por una especie de sentimiento de superioridad respecto a nuestros vecinos. En general nos creemos mejores que ellos y nos encanta reírnos de sus costumbres. Lo bueno de los Ocho apellidos vascos es que los chistes sobre vascos están escritos por un equipo de guionistas vascos, lo cual indica que al menos son capaces de reírse de sí mismos, algo que en general no se nos da muy bien en España.
En la línea de este cine que confronta a habitantes de regiones distintas de un mismo país para causar situaciones hilarantes, siempre me decantaré por producciones británicas como El inglés que subió una colina pero bajó una montaña. Desde la óptica de un topógrafo inglés (Hugh Grant) encargado de trazar un mapa del País de Gales, se irán sucediendo una serie de anécdotas de carácter humorístico, bien definidas y mejor narradas —aunque completamente absurdas—, que retratan con simpatía y cariño a los curiosos habitantes de un típico pueblo galés.
Si no estás de acuerdo con mi opinión, y piensas que Ocho apellidos vascos es una de las películas más divertidas que has visto, te agradezco que me lo hagas saber en los comentarios.
Si este artículo te ha gustado, te agradecería que le dieses la máxima difusión a través de las redes sociales, pinchando en uno de los iconos de abajo. Y para recibir las nuevas actualizaciones, lo mejor es suscribirse a las entradas del blog rellenando el formulario que se encuentra un poco más abajo, después de los comentarios.
Imágenes tomadas en Internet de los sitios web
Si las imágenes están sujetas a derechos de autor y consideras que deben ser retiradas, ponte en contacto con Wanderer75.
No puedo estar más de acuerdo contigo. La verdad es que, en mi caso, imagino que también jugó en contra de la película el hecho de mis altas expectativas, ya que todo el mundo habla de ella como la mejor película española de la historia. Sin embargo me reí un poco pero nada más.
El fenómeno de las Sombras de Grey es heredado de Crepúsculo, ya que, además, las novelas eróticas están escritas por una fan de la saga vampírica. Son una suerte de plagio con éxito, por llamarlo de alguna forma. Compré ambas y no pude terminar ninguna de ellas…Infumables es poco decir.
Y en cuanto al Código da Vinci, me ocurrió algo parecido. Aunque debo reconocer que sí lo terminé, y en dos noches, para más señas. Pero siempre me pareció estar escrito intencionadamente para que se pudiera leer rápido. Se centra en la historia y la literatura brilla por su ausencia.
Buena entrada.
Gracias, Milmerie. Había olvidado el fenómeno Crepúsculo. Pero es que las modas de vampiros y zombies me aburren soberanamente. Seguro que hay lechuginos que piensan que los vampiros son un grupo de guapos adolescentes rebeldes creados por la autora de la saga Crepúsculo (a esos les recomendaría que leyesen Drácula de Bram Stoker o que viesen Nosferatu el Vampiro, de Murnau) y que los zombies son un invento de Walking Dead (mis referencias culturales sobre zombies son escasas, así que recomiendo ver el videoclip Thriller, de Michael Jackson, con la terrorífica voz en off de Vincent Price).
Estoy de acuerdo, sobre todo en lo que a las 50 sombras se refiere. Yo tuve que regalarle a mi mujer los 3 libros, y a 18 € cada uno, eso hace un total de… El caso es que yo suelo leer bastante (mucha ciencia ficción también, lo reconozco) y creo que vomitaría si tuviese que hacer frente a tal basura. En fin, lo dicho, me gustó tu entrada y me reconforta saber que no estoy solo en este mundo de analfabetos y mediocres. Un saludo!!
Gracias, LockeSaid. Yo tengo muy claro que lo que le encanta a todo el mundo, no me suele gustar a mí. Tal vez sea porque soy muy «especialito»; o porque el nivel medio, en general, es bastante bajo.
A mi me parecio un guion muy previsible, tipo hollywood; chico conoce/chica y toda las situaciones absurdas en que deriva sacar a alguien de su ambiente y ponerlo en otro radicalmente opuesto, Pero en su favor creo que los actores estan muy bien elegidos, sobre todo encuentro sublime a Karra Elejalde.
En fin pasas un rato distraido y agradable, sin más.
un saludo.
No digo que no resulte entretenida, Xavi. Pero tampoco es para despertar la pasión que ha despertado. Conozco a gente que ha ido a verla dos y tres veces.
Además, la relación entre ellos está horriblemente narrada. Por algún motivo extraño que no se explica, pasan del odio al amor sin la más mínima transición en varias ocasiones.
Sí que es verdad que Karra Elejalde está muy bien. Es el más natural de todos. Algo que no le sucede a Carmen Machi, que todavía sigo sin saber qué pinta en la historia.
De Karra Elejalde es muy recomendable la película de los Cronocrímenes, de Nacho Vigalondo.