A la dramática muerte ayer de Robin Williams se une hoy la desaparición de una de las grandes divas de la historia del cine: Lauren Bacall. La que fuera eterna viuda de Humphrey Bogart se nos ha ido sin apenas hacer ruido, engrosando una larga lista de mitos que seguirán dando sus mejores interpretaciones para un público de ángeles allá en el cielo.

Como me he criado viendo cine clásico, tengo que confesar que me he creado una galería de mitos a medida de mis aficiones. Por eso el nombre de Lauren Bacall no solo estará unido al de Humphrey Bogart, sino que cuando pienso en ella no puedo evitar acordarme de leyendas como Raymond Chandler, Howard Hawks, John Houston William Faulkner o Ernest Hemingway. Porque Lauren Bacall era la encarnación absoluta de la femme fatale. Con su figura estilizada, sus labios gruesos, su mirada mundana de gata altiva, su voz aterciopelada, de madrugadas infinitas entre humo de tabaco y whisky con hielo, parecía que los grandes novelistas del género bosquejasen a sus protagonistas femeninas con ella siempre en mente. Lauren Bacall era el cine negro; y sin ella, tal vez el cine negro tendría otra faz menos enigmática y sugerente.
Protagonista de peliculones míticos como Cayo largo, El sueño eterno, La senda tenebrosa, Callejón sangriento, Cómo casarse con un millonario o Escrito sobre el viento, con 19 años alcanzó el momento cumbre de su carrera en el papel que supuso su debut en la gran pantalla: el de Marie Browning, la Flaca, en la película Tener y no tener. Siendo una joven desconocida, muchos expertos le auguraron que tras aquella legendaria interpretación, su carrera tan solo podía ir hacia abajo. La profecía tardó en cumplirse ya que a Tener y no tener, le siguieron unos cuantos éxitos de la mano de su marido Humphrey Bogart. Tuvo que ser la muerte del eterno duro de Hollywood la que iniciase una lenta decadencia profesional de la que ella supo zafarse gracias al teatro.
Siempre le atrajeron los hombres mayores que ella, a poder ser dipsomaníacos sin remedio, curtidos y duros como el pedernal. Seguramente debido a esa afición de algunas mujeres a ejercer de madre o de enfermera de sus parejas. O tal vez porque gigantes como Humphrey Bogart o Jason Robards Jr. eran mucho más interesantes cuando estaban bebidos que cuando estaban sobrios. Pero si el cáncer sufrido por Bogart la dejó viuda demasiado joven, el alcoholismo taciturno y violento de Robards terminó por agotarla y romper su segundo matrimonio: en 1969 pedía el divorcio del actor protagonista del western Hasta que llegó su hora.

Desgraciadamente, cuando viaje a Nueva York, ya no podré cruzarme por la calle con Lauren Bacall en las inmediaciones del Edificio Dakota, paseando a su perrita por Central Park o por cualquier parte de ese inmenso decorado que es Manhattan. Pero para un mitómano como yo, siempre me quedarán sus memorables actuaciones. Creo que hoy veré de nuevo Tener y no tener.
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Vaya racha de decesos hollywoodiwenses llevamos esta semana, esperemos que se detenga.
Saludos!
En este año han caído unos cuantos de los grandes, Xavi.