Que las mujeres conducen mal es probablemente uno de los tópicos más extendidos. Sin embargo, los estudios indican lo contrario, ya que las mujeres tienen menos accidentes que los hombres. Así que el tópico se derrumba por sí mismo. Pero sí que es cierto que las mujeres tienden a conducir de formas distintas a los hombres. En este artículo me centraré en esas diferencias.

A raíz del terrible accidente sufrido por María de Villota a principios de julio, he estado reflexionando bastante sobre las mujeres y la conducción. No es la primera vez que lo hago, ya que hace un año escribí un artículo en Altrade sobre los coches que les gustan a las mujeres. Pero hoy quiero centrarme más en la actitud de las mujeres al volante. Más que nada porque el mundo del motor es muy machista y a muchos les sigue sorprendiendo que las mujeres puedan disfrutar de los automóviles tanto como los hombres.
Mi primera idea fue la de redactar un cuestionario que pensaba enviar a una serie de amigas y conocidas, todas ellas conductoras normales. En el mismo, les preguntaba sobre su relación con los vehículos y la conducción. He de confesar que al final, con el cuestionario ya preparado, decidí no enviárselo porque me había quedado especialmente machista. Fue entonces cuando pensé que lo mejor era conversar con ellas y que me contasen sus experiencias al volante. A partir de dichas conversaciones he podido extraer una serie de conclusiones que no tienen ningún valor estadístico, pero a mí me valen para el artículo.
¿Quien conduce?
Hace varias décadas, ver a una mujer conduciendo era algo raro. Y más extraño aún era una mujer a los mandos con un hombre de copiloto. Esto ha cambiado ya que hoy en día ellas conducen tanto o más que nosotros. Por eso me resulta curioso que todas las amigas con las que he hablado me confirmen que cuando viajan con un hombre prefieren que conduzca él. Incluso aunque el coche sea de ellas. Es algo que me sorprende, pero tal vez tenga una explicación razonable: los hombres no soportamos que nos transporte una mujer. Nos ponemos pesados e inaguantables, y eso hace que transmitamos el nerviosismo a la conductora. He visto a expertas conductoras empezar a cometer un montón de errores a partir de que su marido o su novio les indicase un fallo irrelevante. Es en ese momento cuando se bloquean y ya no atienden al tráfico. Para evitarlo, muchas de ellas prefieren que sea su marido el que lleve el vehículo y así se evitan una discusión.
¿Cómo conduces?
Si le enunciásemos esta pregunta a cualquier hombre, la respuesta sería siempre: «estupendamente». Sin embargo las mujeres dudan antes de contestar. Y son más honestas. Generalmente ellas piensan que no lo hacen mal, pero que los hombres lo hacen mejor. No sé si por la tradicional inseguridad que infundimos a cualquier mujer al volante; o porque realmente les cuesta más que a nosotros. Y con esto no me refiero a la competición, en la que el componente fisiológico es muy importante. Para el día a día no hace falta ser más fuerte o más resistente.

Lo que realmente me ha descolocado es que cuando saqué este tema, muchas de mis amigas me preguntaron: “¿defíneme qué es conducir bien?”. Y tienen toda la razón. Los hombres nos creemos que conducimos bien porque somos rápidos, agresivos, en ocasiones temerarios. Si nos centramos en la seguridad, ellas son mucho mejores porque sufren menos accidentes. Siempre que nos fiemos de las cifras publicadas por la Mutua Madrileña hace dos años, las mujeres suelen ser más prudentes que los hombres. En ocasiones, incluso, ese exceso de celo o cautela es lo que más nerviosos nos pone. Por alguna extraña razón que desconozco, una mujer sensata y concentrada en la conducción nos transmite inseguridad a los hombres. No confiamos en ella porque parece tensa, como si no estuviese habituada. En cambio nosotros siempre intentamos que parezca que hemos nacido con un volante en las manos. Y en muchas ocasiones nuestro exceso de confianza nos hace cometer errores sin ser conscientes de ellos.
¿Los principales problemas al conducir?
Ante esta pregunta, casi todas se sinceran confesando que su gran dificultad estriba en aparcar. Es la maniobra que más odian y probablemente por la que más suspenden cuando se examinan del carné de conducir. Lo curioso es que ninguna de ellas sabe explicar por qué se les da tan mal.
Pero no sólo es este el problema. Ahora que no me oye nadie voy a dar rienda suelta a mi machismo más atrabiliario. Creo que las mujeres también tienen problemas para respetar las prioridades, sobretodo en las rotondas. Probablemente la causa radique en que las mujeres al volante evitan las situaciones que les resultan incómodas, que no les gustan, lo que influye muy negativamente en su experiencia. Igual que son capaces de aparcar muy alejadas del sitio al que se dirigen por no hacerlo en un hueco pequeño, también prefieren dar rodeos para esquivar las rotondas. Y no es exageración. Conozco casos de mujeres que se hacían rutas por autovía mucho más largas (hasta de 100 kilómetros más) para no tener que circular por una carretera de dos sentidos (evitando de ese modo invadir el carril contrario para adelantar, que es otra de las cosas que más odian).
Pioneras en un mundo de hombres.

Todo cambia y por eso cada vez son más las mujeres que exigen su sitio en el mundo del motor. María de Villota, Carmen Jordá, Rakel Morera, Rahel Frey, Danica Patrick o Vanina Ickx son las pioneras en un mundo de hombres. Muchas de ellas son hijas de pilotos. De otro modo, es muy difícil entrar en un círculo tan machista. Carmen Jordá contaba en una entrevista que de pequeña, siendo la única niña que competía en karts, eran muy habituales las lágrimas de los chavales a los que ella adelantaba. Y es que lo que más les dolía era que fuese una chica la que les pasaba.
Cada vez es más habitual ver a mujeres que realizan actividades que antaño les estaban vetadas simplemente por razón de su sexo. Los hombres tenemos que acostumbrarnos a que las mujeres conduzcan. Y a que lo hagan bien. Porque igual que nos acostumbraremos a que haya mujeres en la Fórmula Uno, o en el resto de competiciones automovilísticas, también tiene que regularizarse la situación en profesiones tan masculinas como la conducción de taxis, camiones o autobuses. Y entonces ya no podremos decir eso de “mujer al volante…”
Un artículo que puede servir de buen complemento a lo expuesto en el mío: http://critiandcars.blogspot.com.es/2012/09/mujeres-y-hombres-y-viceversa.html