En tiempos de crisis ocurren fenómenos que a primera vista parecen sorprendentes, pero que en el fondo son muy lógicos. Según informa el periódico económico Expansión, en el primer semestre de 2012 las divisiones bancarias de los principales grupos automovilísticos facturaron un 8,8% más que en el mismo período del año anterior.

Frente a los datos expuestos en la entradilla, la facturación global de los grandes grupos de motor aumentó un 6,1%, por debajo de lo que creció el negocio financiero. Además, este incremento ha provocado que el peso que tienen estos departamentos en el global de cada marca haya aumentado mucho respecto a lo que ocurría antes de que la crisis estallase. Sin llegar a casos tan extremos como el del Grupo Volkswagen, cuya financiera obtiene un 10% de los ingresos totales del fabricante alemán, todos los constructores han experimentado progresiones muy destacadas.
¿A qué se debe que establecimientos bancarios como el de General Motors hayan facturado un 47% más que en 2011? Junto con la habitual función mayorista de respaldo económico a la red comercial, la implacable caída en la concesión de préstamos al consumo por parte de los bancos comerciales hace que las financieras de marca tengan que dejar más dinero a los compradores si quieren impulsar sus ventas. A grandes rasgos se puede decir que los bancos han renunciado a una de sus actividades básicas, con lo que las divisiones financieras de los fabricantes de automóviles han decidido llenar ese hueco. Tanto desde un punto de vista empresarial, constituyendo pólizas de crédito a favor de los concesionarios y resolviendo sus necesidades de liquidez, como desde un punto de vista minorista prestando dinero a los clientes solventes que pueden hacer frente a un crédito y al que los bancos no quieren atender. Es de esa forma como muchos negocios de distribución pueden aguantar esta difícil situación.
No obstante, hay una función más que también genera ingresos a las financieras: la financiación mayorista que realizan a las redes comerciales cuando las marcas obligan a automatricular más unidades de lo normal con el único fin de llegar a objetivos. Y es esta actividad mucho más peligrosa porque se generan unos riesgos de impago mayores al no haber demanda suficiente. Porque estas divisiones financieras no pueden convertirse en gigantes con pies de barro de los que dependa una gran parte de los ingresos de los fabricantes. Más que nada porque, al igual que los bancos comerciales, corren el mismo peligro de tener que hacer frente a una cada vez mayor morosidad. Con el problema añadido de que, mientras los bancos suelen tener más atados a los clientes, las financieras no hacen otra cosa que girar recibos mensualmente a la cuenta corriente del comprador, con lo que es muy fácil que se prioricen unos pagos en detrimento de las letras del vehículo.
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