Una aproximación al gentleman driver (I)

Hubo un tiempo en el que no todo el mundo podía acceder a un coche. Era una época en la que la competición empezaba a despuntar y las carreras estaban destinadas tan solo a los más pudientes. Porque hasta hace relativamente no mucho tiempo, el automovilismo era un deporte amateur pensado para ricos.

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Rob Walker, un gentleman driver – Foto: http://www.thetimes.co.uk/

A raíz del primer Cuatro en 1 en el que nos juntamos cuatro bloggers de motor para escribir sobre la música que nos gusta escuchar cuando conducimos (mientras escribo estas líneas suena la lista en Spotify que hemos creado para la ocasión), Sergio Mercado, de Automóviles fuera de lo común, me dedicó este cariñoso apodo: gentleman blogger. Un apelativo, un juego de palabras que me llena de orgullo, derivado directamente de esos gentlemen drivers que dieron fama y alegría al automovilismo internacional. Pero, ¿cómo podríamos describir a un gentleman driver?

Ante todo, la traducción sería la de un piloto que a la vez es un caballero. La definición seguramente se establecería para distinguir al piloto (vestido con un mono cubierto de grasa, y la cara tiznada de carbonilla) del resto de sus mecánicos. En muchos casos, y dependiendo de las épocas, hasta el propio gentleman driver podría ser encontrado con las manos metidas en el motor, o bajo el coche, tratando de solucionar algún problema mecánico.

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Sin embargo, al caer la noche, el gentleman driver regresaba a la habitación del mejor hotel de la ciudad en la que se encontrase. Tras darse un relajante baño —probablemente acompañado de alguna bella señorita que le esperaba con una copa de champán en la mano— se enfundaba su esmoquin hecho a medida y salía a cenar a los mejores restaurantes y casinos, en donde no faltaban en el menú las ostras, el caviar y los cócteles más sofisticados.

El gentleman driver era, ante todo, un millonario. Y como tal, disfrutaba de sus hobbies. Y en los años cuarenta o cincuenta (lo mismo que en los años veinte), no había cosa que más les apasionase que conducir a toda velocidad un deportivo. Por lo tanto, competían por placer, para divertirse, por el mero hecho de sentir la adrenalina fluyendo al ritmo de las bielas y los pistones.

Normalmente acudían a las carreras a título individual, inscribiéndose directamente con sus propios deportivos o como segundos pilotos de alguna escudería de tercera fila. Hoy en día, todavía se permite correr en alguna carrera como las 24 horas de Le Mans con el coche propio. Y si no, siempre les queda la opción de participar en una carrera ilegal como los horteras de la Gumball 3000 o hacer el cabra por la carretera como este retrasado mental.

Aunque tipejos como los mencionados en el párrafo anterior, en su fuero interno, se crean seres superiores, situados por encima del bien y del mal, gracias al dinero que tan rápido les ha llegado como pronto se les marchará, este tipo de individuos pueden ser cualquier cosa menos gentlemen drivers. Porque para serlo había que tener mucha clase y más mundo. No bastaba solo con el dinero: había que tener actitud, saber estar, ser un caballero dentro y fuera de la pista, respetar en todo momento las reglas de la competición, regirse por un estricto código de conducta por el que era más importante ser honesto, practicar el fair play y ser fiel a uno mismo y a sus propios valores, incluso por encima de la victoria a toda costa.

Segunda parte: Una aproximación al gentleman driver (II): el marqués de Portago. 

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Imágenes tomadas en Internet de los sitios web: 

http://telegraph.co.uk

http://www.thetimes.co.uk/

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3 comentarios sobre “Una aproximación al gentleman driver (I)

  1. Tema muy interesante.
    Hoy en dia el concepto ha cambiado mucho, pero pilotos (los mediocres) de F1 siguen pagando de su bolsillo los asientos a traves de patrocinadores, sociedades de inversion, subvenciones nacionales, etc..
    Saludos ¡Gentleman Blogger!.

    1. Ya, Xabi. Pero si los campeones de F1 son tíos grises y aburridos, qué te voy a contar de los segundones y mediocres. Nada que ver con los gentlemen drivers de antaño.

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