El otro día, en una de esas típicas cenas que se organizan con motivo de las Navidades, tras un rato de conversación sobre las multas de tráfico más absurdas, me percaté de que yo era de los pocos que tenía todos los puntos. Lo mío no es que tenga mucho mérito, pero está visto que perder puntos es más fácil de lo que parece.
Leo en http://www.dgtpuntos.com.es que las pérdidas de puntos más habituales se producen por conducir bajo los efectos del alcohol, por negarse a realizar la prueba de alcoholemia, por circular con más ocupantes en el coche de los permitidos, por exceder la velocidad límite y por realizar una conducción temeraria. Sin embargo, aunque todos damos por sentado que este tipo de conductas debe ser castigadas, al final muchos de los puntos que se pierden lo hacen por circular sin el cinturón puesto, por conducir mientras se habla por el móvil sin utilizar un dispositivo de manos libres o por no respetar la prioridad en incorporaciones a autovías o a glorietas de circulación giratoria.
Falta de proporcionalidad en el carné por puntos
En mi opinión, a la hora de graduar la pérdida de puntos no hay la suficiente proporcionalidad: mientras se castigan con importantes pérdidas de puntos conductas que no afectan a la seguridad vial como la de negarse a realizar una prueba de alcoholemia (algo que ya está considerado por el derecho penal como desobediencia), otras conductas más graves como la conducción por encima del límite de velocidad son castigadas con la misma pérdida de puntos. Lo entenderás mejor con un ejemplo: si te niegas a someterte a un test de alcoholemia, te quitarán 6 puntos de tu saldo, la misma sanción que si circulas a 200 km/h en una vía cuyo límite es de 120 km/h. ¿Te parece justo? A mí, desde luego, no.
El carnet por puntos, rodeado de polémica desde su nacimiento
Recuerdo que cuando entró en vigor el carnet por puntos se armó un revuelo considerable. Muchos conductores pensamos que aquello lesionaría nuestros derechos ya que el Estado fijaba a los ciudadanos un crédito para poder conducir. Si agotabas ese crédito, se te prohibía seguir conduciendo. Para tratar de convencerme, yo mismo me dije que aquello favorecería la seguridad vial. Pero después de nueve años es evidente que este tipo de carnet no ha servido para concienciar a los conductores reincidentes, que continúan cometiendo infracciones como si no hubiese un mañana (no hace falta más que salir a la calle para ver cómo en cada rotonda, en cada ceda el paso, en cada semáforo, hay un tonto o un incapaz que se pasa el reglamento por el arco del triunfo).
Parece que la utilización de un saldo de puntos para dar o quitar la autorización administrativa para conducir —al fin y al cabo el carnet de conducir no es más que una licencia administrativa— no beneficia nada más que a la autoridad competente. Gracias al carnet con puntos, ahora es más fácil retirarle a alguien el carnet sin tener que aplicar una serie de causalidades de complicada interpretación.
La recuperación de los puntos perdidos
Otra de las cuestiones que creo que peor se han resuelto es la recuperación de los puntos. Evidentemente, si alguien ha cometido una infracción con pérdida de puntos, tiene todo el derecho del mundo a recuperar su saldo. Sin embargo, los métodos de recuperación me parecen más propios de una sociedad infantil e inmadura. No es de recibo que haya que cursar una formación de reeducación para poder recuperar los puntos. Por lo que me han contado, esos cursos apenas sirven para nada y son considerados por las propias autoescuelas como un mero trámite que devuelve los puntos a cambio de la mera presencia. Y si al menos ese curso sirviese para reeducar a los conductores más reincidentes, como en el caso del episodio de The Simpsons en el que Marge es condenada a asistir a un curso para conductores coléricos.
Y la otra forma de recuperación, que es el paso del tiempo, me parece igual de inapropiada. Si el mero paso del tiempo sirve para aprender, entonces con estar diez años seguidos en la universidad sería suficiente para sacarse un título universitario. El caso es que la norma premia a los conductores que consiguen estar el suficiente tiempo sin cometer infracciones. En concreto, si te faltan seis puntos, con que estés dos años sin meter la pata será suficiente para recuperar el saldo. Y si perdiste los doce puntos iniciales, en un alarde de proporcionalidad, el estado te los devuelve en tres años. Con lo cual, si pretendes pasarte una buena temporada sin conducir, tal vez te compense preparar una muy gorda para perder todos los puntos de una tacada. Siempre te compensará más que perder solo la mitad de los puntos.
Mi madre, que lleva diez años sin conducir pero cuyo carnet continúa en vigor, dispone ahora mismo de quince puntos contantes y sonantes. ¿Eso significa que está perfectamente preparada para conducir? Ya te digo yo que no.
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Como siempre, un post muy interesante. Coincido contigo en que el rasero del carnet por puntos debería ser diferente, aunque al contrario de lo que te sucedió a ti, cuando hablaban de instalar este sistema era muy reacio a pensar a que las cosas cambiarían. España es un país de pícaros y de pasotas; ahí está la conocida venta de puntos del que tanto se habló al poco de aplicarse y ahí está el elevado número de conductores que, a pesar de perder todos los puntos, siguen circulando tranquilamente.
Para evitar eso es evidente que deberían recrudecerse las sanciones para quienes pierden todos lo puntos (a mí me parecería bien incluso penas de cárcel) y que fuera muchísimo más complicado recuperarlos. Pero por muchas sanciones que se puedan imponer solamente estaremos podando las ramas del árbol, así que deseo que los «jardineros» de la DGT pronto agarren el problema desde la raíz: la pésima educación vial que tenemos.
Un saludo, y felices fiestas.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Álvaro. La clave del problema está en la inexistente educación vial que recibimos los españoles. Pero ya sabes que en España somos expertos en parchear los problemas, en lugar de solucionarlos de raíz. Además, hay una segunda vertiente que ninguna autoridad quiere reconocer: lo lucrativo que es para la DGT que sigamos siendo sancionados por nuestra incapacidad para conducir bien y nuestro pasotismo a la hora de cumplir las normas. Con esto pasa como con el tabaco, que la recaudación por la venta de tabaco es tan elevada que no interesa que la gente deje de fumar aunque sea malo para la salud.
Un abrazo y que tengas también unas felices fiestas.