Si te gustan el cine y los coches, seguro que eres un fan de las persecuciones. Y es que las escenas de acción en las que se ven vehículos circulando a toda velocidad son las que más atraen a muchos espectadores. En Wanderer75 he hablado en otras ocasiones sobre los automóviles que salen en el cine. En esta ocasión, he preferido que los lectores vean cómo se ruedan estas arriesgadas escenas.

Partiendo de la base de que considero a Hitchcock como uno de los mejores directores de la historia del cine, siempre he pensado que uno de sus puntos débiles eran las escenas de exteriores. Básicamente porque por su forma de colocar y mover la cámara, así como por su concepción de las escenas, se sentía mucho más a gusto trabajando en el interior de los estudios, con decorados construidos a medida de la película. Siendo considerado como el mejor maestro del suspense, era un gran experto a la hora de administrar perfectamente el tempo de cada escena. No obstante, donde siempre flaqueaba era en las escenas de persecuciones.
Tras ver este vídeo cortesía de www.eitb.com entenderán mejor mi aseveración. Ya sea por no arriesgar la vida de sus actores (algo que seguramente poco le importaba), o porque la minuciosidad con la que le gustaba filmar cada secuencia era incompatible con un rodaje en el que intervenían varios coches (con los numerosos imponderables que ello conllevaba), el caso es que el genio británico se sentía más a gusto grabando en un estudio, con el vehículo parado frente a una pantalla blanca en la que se iban proyectando los escenarios de exteriores por donde debería haber discurrido el automóvil. Para otorgarle un mayor realismo, varios miembros del equipo escondidos debajo del coche lo agitaban intentando dar la apariencia de que el vehículo se encontraba en movimiento.
Estas escenas de Cary Grant conduciendo bajo los efectos de las drogas en “Con la muerte en los talones”, vistas desde nuestra perspectiva actual —en la que se rueda con máquinas alucinantes como el Go-Mobile— parecen producto de la peor serie B. Aunque también es cierto que en la época probablemente chirriasen menos de lo que lo hacen ahora.
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