Como viene siendo habitual a final de año, ya tenemos datos de ventas de coches y de siniestralidad. Y parecen positivos. Mientras que el 2013 terminó con un 3,3% más de matriculaciones que las acumuladas en 2012; el dato de los muertos en carretera ha descendido tanto que nos encontramos en niveles de los años sesenta.

Hasta el 15 de diciembre de 2013, fallecieron 1.078 personas en accidentes de tráfico (un 14% menos que en 2012) y se produjeron 950 siniestros (un 16% por debajo de 2012). Pese a que los números son muy relevantes, no debemos ignorar que en el descenso han intervenido una serie de factores ajenos a las autoridades de tráfico. En gran parte esta disminución se explica por el aumento de los elementos de seguridad activa y pasiva en los coches más modernos que, junto con el endurecimiento de la legislación en materia de seguridad vial, han contribuido a que las cifras mejoren mucho. Pero esto, como ya dije el año pasado, no supone que el gobierno lo esté haciendo divinamente bien. Es más: cuando se abandona el mantenimiento de las carreteras, la política vial se sustenta exclusivamente en medidas recaudatorias y se desatiende el impacto del precio del combustible en la reducción de desplazamientos; queda patente que no se están haciendo bien las cosas en lo que a tráfico se refiere.
Como he explicado en el párrafo anterior, este descenso de la siniestralidad se debe en gran parte a las mejoras en cuestiones de seguridad activa y pasiva que incorporan los nuevos modelos. Por eso es importante el primer dato que analizaba en la entradilla, ya que el año se ha cerrado con 722.703 unidades matriculadas (un 3,3% más que el año pasado). Y esas cifras se han alcanzado en gran parte gracias al impulso aportado por el plan PIVE, lo que implica el achatarramiento de un vehículo viejo —y más inseguro—, que es sustituido por otro más moderno —y más seguro—.
Se podría decir que estos datos son muy halagüeños para un sector que vive desde hace años en una ciclogénesis explosiva permanente. Y pese a que nadie puede negar su carácter positivo, tampoco es que estas cifras lo sean tanto como algunos triunfalistas se han apresurado a corear. Por eso no debemos perder la perspectiva: mientras no se bajen los impuestos (IVA, IRPF, Impuesto de Sociedades, Impuesto de Matriculación,…) y se genere una mayor confianza en la población (vía creación de empleo y estabilidad económica), no se sustentarán las bases de un mercado sano por muchos planes coyunturales que se presenten. Y al fin y al cabo, creo que por todos es sabido que la relación entre coches nuevos y siniestralidad es inversamente proporcional (cuantos más automóviles nuevos hay circulando, menos accidentes se producen).
Redundando en lo anterior, quiero reseñar aquí un dato que no es la primera vez que menciono y que tiene mucha importancia: el 49% del mercado de segunda mano está formado por coches de más de diez años y menos de 1.000 euros. Por mucho que se intente rejuvenecer el parque español, de nada valdrá si los particulares no pueden acceder al mercado de crédito. Mientras la situación no cambie, a una gran parte de los españoles no les quedará otro remedio que comprar vehículos viejos, poco fiables y menos seguros.
Termino este artículo con la sensación de que algo se me queda en el tintero… Ah, sí, ya lo recuerdo:
¡FELIZ AÑO NUEVO 2014!
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Un comentario sobre “El año 2013 finaliza con cifras optimistas de matriculaciones y siniestralidad vial”