Pese a que hay muchos puntos en común, hoy me detendré más en la forma de probar un coche nuevo, dejando para más adelante las particularidades de los vehículos de ocasión. En esta entrada explicaré lo que hay comprobar en una prueba dinámica.

La gran diferencia entre una y otra prueba es que mientras que en uno nuevo buscamos comprobar que las sensaciones que nos origina son positivas, en uno de segunda mano además tratamos de descubrir posibles defectos o faltas. Hoy nos centraremos en esas impresiones que el automóvil nuevo debe transmitirnos.
Lo ideal sería llevar a cabo el test con tiempo suficiente, revisando su comportamiento en distintas situaciones de la vida diaria: tráfico urbano, autovía, carreteras con curvas, subidas de pendientes,… También es importante ver cómo maniobra, por lo que sería conveniente aparcar un par de veces en línea. Y, por supuesto, si nuestro garaje tiene difícil acceso o la plaza que ocupamos es de reducidas dimensiones, debemos solicitar al vendedor que nos permita meter la unidad de pruebas en nuestro propio parking.
Lo ideal sería que el comercial nos dejase un coche durante un par de horas, y que se quedase esperando en el concesionario hasta que terminásemos. Pero no suele ser habitual. Casi siempre optan por acompañarnos, con lo que podrán controlar la prueba en todo momento, tanto a nivel de seguridad, como también desde un punto de vista comercial. Y esto significa que el asesor debe utilizar el test drive como argumento de ventas. Por eso, un buen profesional que conoce los puntos fuertes y débiles de su producto, se decantará por el recorrido más favorable para su vehículo.
Si dejamos que sea él quien nos guíe, acabaremos tan sólo confrontando lo que a él le interesa. Por eso, con educación y respeto, escucharemos sus explicaciones, pero también intentaremos buscar otro tipo de terrenos distintos a los que propone el vendedor. Durante el tiempo en que nosotros conduzcamos debemos verificar realmente lo que a nosotros nos interesa.
Es muy importante que escuchemos en todo momento el sonido del motor. La rumorosidad es muy importante porque va a repercutir en el futuro confort del automóvil. En caso de que no lo oigamos bien, apagaremos la radio y le pediremos al comercial y a nuestros acompañantes que guarden silencio durante un rato. Aunque parezca un poco borde y desagradable, no estamos disfrutando de un viaje de placer. Además, mucho peor sería hacer miles de kilómetros en un coche muy ruidoso.

Para examinar la aceleración y la potencia, debemos ser concienzudos, apurando las marchas al máximo para experimentar cómo empuja el motor, si la aceleración es muy progresiva, o por el contrario es brusca o molesta. También debemos dejar caer las revoluciones por minuto hasta las 1.500 vueltas en la marcha más alta. En ese momento volveremos a pisar el acelerador a tope para comprobar la elasticidad y la recuperación del propulsor. Mientras hacemos ésto, también debemos verificar el tacto de la caja de cambios, para ver si existen holguras o vibraciones molestas, así como para cerciorarse de que los recorridos de la palanca no son excesivamente largos. Además, haciendolo, también podemos percatarnos de cómo retiene el motor y si la relación de cambio es ajustada y adecuada para el modelo que nos interesa.
La suspensión es otro de los elementos importantes que hay que tener en cuenta. Por eso debemos pedir que el vehículo de pruebas esté equipado con el mismo tarado que queremos nosotros. Es de vital importancia este aspecto porque una excesiva dureza nos dará mayor estabilidad y un comportamiento más deportivo, pero nos va a resultar mucho más incómodo.
Junto a todo lo anterior, sería bueno examinar los frenos. No digo que haya que hacer una frenada en seco en mitad de la autopista, ya que no es necesario jugarse la vida en uno de estos tests. Sin embargo, sí que podemos chequear la precisión y el tacto. De hecho, siempre digo que no hay peor cosa que uno de esos pedales de freno que hay que pulsarlos al fondo del todo para que el vehículo empiece a reducir su velocidad. Jamás me compraría un modelo con un freno así.
Lo mismo sucede con la dirección, que debe ser suave y también precisa. Ni tan blanda como para ir dando volantazos, ni tan dura como para acabar agotados cada vez que giremos. Sé que muchos dirán que hoy en día todos los coches llevan dirección asistida, pero cada fabricante aplica unas tecnologías distintas con resultados dispares. Hay algunas excesivamente duras, lo que dificulta las maniobras a baja velocidad o en parado, cuando aparcamos. Por otra parte, sin querer entrar a analizar las direcciones de desmultiplicación variable y otras innovaciones tecnológicas recientes, sí que quiero mencionar una muy común denominada electrónica que no son nada directas, con lo que se nota una extraña sensación, como si no estuviésemos siendo nosotros los que movemos el volante.
¿A alguien se le ocurre alguna cosa más que comprobar en una prueba?
Un artículo muy útil,el a,b,c, de como hay que probar un coche nuevo.
Gracias por tu apoyo.